No deja de ser paradójico que cuando se cumplen 60 años del tratado de Roma que dio inicio a lo que es hoy la Unión Europea, se inicie el trámite formal de abandono de Gran Bretaña del bloque (Brexit). 

La Unión Europea constituyó el proceso más avanzado de integración a nivel internacional, inicialmente creado para consolidar la paz en un continente que había sufrido dos guerras mundiales en breve plazo.

Se avanzó gradualmente desde la unión aduanera, mercado común, hasta la unión monetaria y el euro como moneda común. Asimismo, se logró ir hacia la Europa de los ciudadanos, y un Parlamento Europeo cuyas decisiones son vinculantes.

Se crearon fondos estructurales y políticas que permitieron reducir las asimetrías entre países y regiones al interior del bloque. Política agrícola común, políticas hacia las regiones, fueron hitos fundamentales.

La consolidación de una potencia comercial de primer orden fue acompañada por la construcción del modelo social europeo, que marcó un matiz respecto a otros desarrollos capitalistas.

Las crisis y las políticas ortodoxas para intentar superarlas, implementadas por los órganos supranacionales, contribuyeron al descontento existente por el tema migratorio, los aportes diferenciados de los socios y no necesariamente el cumplimiento disciplinado por todos, de los acuerdos establecidos.

Los cuestionamientos aumentaron y políticamente llegaron a ser referéndums sobre la aceptación o no del euro primero, y luego sobre la permanencia o no en la UE. Gran Bretaña decidió salir, lo que constituye un duro golpe al proceso. Más aún, si hay otros países cuyos posibles nuevos gobernantes, están en una posición similar.

La negociación será dura, Gran Bretaña no obtendrá los beneficios del mercado único y las restricciones al movimiento de personas, un menú a la carta. Sería una invitación a que el resto haga algo parecido, y se liquide el proceso de integración. Lo más probable es que no haya acuerdo, y en el plazo de dos años que tiene el proceso, pase por los Parlamentos para su ratificación.

Si bien hay planteamientos de salir de la crisis con políticas que impliquen “más Europa, no necesariamente tendrán la correlación política suficiente para profundizar el proceso, dando un paso adelante. El mejor escenario en el corto plazo parece ser contener la salida de nuevos socios, aunque tendrán que darse señales concretas para lograrlo. Escocia, abiertamente solicita nuevo referéndum, esta vez para ver si continúa o no en Gran Bretaña, ya que es europeísta y con voz propia quiere integrar la Unión Europea. Esto se tratará de evitar por todos los medios, porque hay otros que seguirían el ejemplo.

América Latina debe seguir su propio camino, aunque a veces copió el proceso europeo o le sirvió de inspiración. Las relaciones con ese bloque, son claves para la construcción de un mundo multipolar. Hacemos votos porque el desenlace europeo no sea el de los peores escenarios, sino que siga siendo un referente para la integración mundial, en un nuevo contexto que se complica cada vez más.