LOS RETOS DE LA EDUCACIÓN EN CONTEXTO DE PANDEMIA
La pandemia llevó al cierre de las instituciones educativas, a fin de evitar la proliferación del Covid-19 y resguardar la seguridad de los estudiantes y educadores. Según la Unesco, en América Latina se han visto afectados por el cierre de escuelas y universidades más de 160 millones de estudiantes. Y, a nivel global, esta cifra haciende a más de 1 200 millones de estudiantes. Cepal ha publicado un estudio titulado “La educación en tiempos de la pandemia de COVID-19, que busca visibilizar las consecuencias de las medidas adoptadas por los Estados en materia educativa, tanto a corto como a largo plazo.
La suspensión de clases presenciales fue la principal medida adoptada por los países de la región, afectando directamente a los estudiantes en sus trayectorias educativas, teniendo un mayor impacto en la población más vulnerable, porque también se paralizó la entrega de alimentos proporcionados a través de los programas de alimentación escolar, así como otros servicios a los que accedían a través de las escuelas (como el de soporte psicológico).
Dado el cierre de las escuelas, los países latinoamericanos han establecido diversos programas de educación a distancia. Es así como 26 países han implementado formas de aprendizaje por Internet, 24 de ellos establecieron estrategias de aprendizaje a distancia en modalidades fuera de línea, y en 8 países han contemplado la entrega de dispositivos tecnológicos (entre ellos Perú).
Uno de los desafíos derivados de la pandemia dentro del sistema educativo, es la adecuación del currículo a modalidades a distancia. La mayoría de los países no cuentan con estrategias nacionales de educación por medios digitales, además de existir un acceso desigual a conexiones a Internet lo cual limita su alcance. La población de menores ingresos se encuentra en mayor vulnerabilidad, por lo cual resulta fundamental atenderla prioritariamente.
Por otro lado, la desigualdad en el acceso a oportunidades educativas por la vía digital, ha aumentado las brechas preexistentes en materia de acceso a la información y el conocimiento. La brecha digital es enorme. Según Cepal, en el 2016, 42% de las personas que viven en áreas urbanas tenían acceso a Internet en el hogar, en comparación con un 14% de aquellas que viven en áreas rurales. De otro lado, entre el 70% y el 80% de los estudiantes del cuartil socioeconómico y cultural más alto (cuarto cuartil), cuentan con una computadora portátil en el hogar, frente a solo un 10% o 20% de los estudiantes del primer cuartil (a excepción de Chile y Uruguay, que tienen programas públicos de provisión de dispositivos móviles).
Otro aspecto relevante, es el rol de los docentes frente a los nuevos desafíos en materia educativa. Se han visto obligados a adecuar la oferta y los formatos pedagógicos a la educación a distancia, y a establecer diferentes mecanismos de monitoreo y acompañamiento a sus estudiantes. En este contexto, es necesario que los docentes cuenten con formación y capacitación en los diferentes formatos de educación a distancia, así como el uso educativo de las TIC.
Cepal, ha identificado una serie de recomendaciones para la educación en el contexto actual:
Equidad e inclusión: centrarse en los grupos de población más vulnerables y marginados: pueblos indígenas, la población afrodescendiente, las personas refugiadas y migrantes, las poblaciones socioeconómicamente más desfavorecidas y las personas con discapacidad.
Calidad y pertinencia: centrarse en la mejora de los contenidos de los programas de estudios (relacionados con la salud y el bienestar, en particular) y formación docente para la educación a distancia y el retorno a clases
Sistema educativo: preparación del sistema educativo para responder ante las crisis, es decir, resiliencia a todos los niveles.
Interdisciplinariedad e intersectorialidad: planificación y ejecución centradas no solo en la educación, sino también en la salud, la nutrición y la protección social.
Alianzas: cooperación y colaboración entre diferentes sectores y actores para alcanzar un sistema integrado, centrado en el alumnado y el personal educativo.
La pandemia ha ampliado las desigualdades y los niveles de pobreza, pero a su vez son una oportunidad para fortalecer sectores que han estado abandonados, consolidar nuestros sistemas de educación y que estos sean más resilientes y respondan a las nuevas características del mercado y el contexto. Es fundamental, promover el acceso real y universal de la población vulnerable a la conectividad y la Internet, que permita a nuestros estudiantes hacer uso de las plataformas de aprendizaje y otros canales que están empleando los Estados para impulsar la continuidad de los aprendizajes. Por eso, las políticas públicas de los Estados deben estar orientadas a promover el acceso más igualitario a la tecnología, y favorecer a la población más vulnerable.