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foto: andina

Desafíos de la Educación superior en América Latina

Publicado: 2021-04-14

Las perspectivas de América Latina y el Caribe no son alentadoras, especialmente para los jóvenes que están considerando seguir carreras de educación superior, debido a que la región enfrenta una crisis económica sin precedentes causada por la pandemia de COVID-19. Según la Organización Internacional del Trabajo, América Latina tiene el mayor número de desempleados debido a la pandemia: alrededor de 41 millones (de los cuales 15,5 millones son jóvenes entre 15 y 24 años), dando como resultado que los ingresos familiares disminuyan drásticamente y la pobreza aumente (para la ONU el número de pobres en la región puede aumentar en un 19%).

Según el BID, en las últimas dos décadas, el acceso a la educación superior en la región ha aumentado considerablemente entre 1998 y 2018 (la tasa de asistencia total se duplicó del 25% al ​​49%), principalmente debido a una mayor inversión en educación básica y el crecimiento de la clase media. Asimismo, la oferta de educación superior (principalmente privada) también ha venido aumentando, creándose desde 1987 unas 2,300 nuevas instituciones y más de 10 mil nuevos programas en la región. En 2019, 1 de cada 2 estudiantes se educaba en una institución educativa privada, proporción muy superior al promedio de los países de la OCDE (26%).

Por otro lado, gran parte del costo de estudiar en entidades privadas es asumido por los hogares, tanto así que el gasto privado en educación superior en América Latina y el Caribe como porcentaje del PIB, es más del doble del promedio de los países de la OCDE. Además, hay una oferta insuficiente de becas, préstamos y subsidios otorgados por el gobierno, siendo bastante baja la proporción de estudiantes que reciben financiamiento de parte del gobierno para estudiar (21%).

La región aún enfrenta tasas de asistencia desiguales en la educación superior, dependiendo del nivel socioeconómico de los estudiantes. Es así que, la tasa de asistencia de los jóvenes de alto nivel socioeconómico fue en promedio de 74%, es decir más del doble que la de los jóvenes de bajos ingresos. Sin embargo, el gran crecimiento en la asistencia a instituciones de educación superior en los últimos años se debe en gran parte al aumento significativo del número de jóvenes de nivel medio y bajo, los que representaron dos tercios del aumento total del número de estudiantes de educación superior (cuyo incremento fue de 155%).

Descomposición de la variación porcentual de la matrícula en educación superior por nivel socioeconómico (1998 – 2018)

Fuente: BID

Por el lado de la adecuación de la oferta educativa a los tiempos actuales, la gran mayoría de instituciones de educación superior de la región no cuenta con la infraestructura adecuada o las capacidades financieras para ajustar sus planes y programas al modo virtual o remoto, mientras quienes sí lo pueden hacer, se enfrentan con el desafío de evitar la deserción de los estudiantes. La educación virtual no solo requiere inversión en infraestructura y conectividad para garantizar que se impartan los mejores servicios, también requiere que los docentes estén preparados en términos de manejo de herramientas vinculadas a la tecnología y dominio de las técnicas y métodos de enseñanza virtual.

La enseñanza virtual también enfrenta desafíos respecto a la disposición de las familias a pagar pensiones que no siempre se justifican, y las condiciones de acceso y uso de la conectividad y herramientas tecnológicas. La reducción en los costos de las mensualidades es uno de los factores a considerar, dado que se percibe que la virtualidad no amerita la aplicación de los mismos costos que la educación de forma presencial. A esto tiene que sumarse deficiencias en la conectividad, dado que solo el 58% de los estudiantes de educación superior cuentan con una conexión adecuada o posee una computadora. Este indicador es aún peor en niveles socioeconómicos más bajos y en zonas rurales.

El actual contexto presenta diversos problemas para la educación superior en la región. Primero, tenemos el problema de la disminución de los ingresos familiares, lo que afecta la decisión de que los estudiantes puedan matricularse, y la proporción de estudiantes que reciben becas y subvenciones es muy baja. Y, en segundo lugar, aquellos que ven como mejor opción estudiar en lugar de trabajar, se encuentran con las barreras tecnológicas y financieras que golpean en mayor medida a los niveles de menores ingresos.

Estos aspectos deben formar parte de una política de educación superior integral en nuestros países, para no excluir a gran parte de nuestros jóvenes y puedan acceder a mejores oportunidades de desarrollo.

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[1] Este artículo se ha elaborado en base a BID (2021) Educación superior en América Latina: ¿Cómo las crisis económicas de las últimas décadas han afectado la matrícula?


Escrito por

Alan Fairlie Reinoso

Economista y ex-Parlamentario Andino por Perú.


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