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FotO : andina

Crisis del Bicentenario

Publicado: 2021-12-04

Con el triunfo electoral, señalamos en su momento, algunos escenarios posibles del gobierno entrante (1)A los 4 meses, tenemos crisis tempranas generadas por decisiones políticas que toman lo peor de los escenarios, con desenlaces probables muy preocupantes.

No se optó plenamente por el programa de los 100 días, con el que ganó la segunda vuelta. Tampoco con el que presentó Perú Libre en la primera vuelta. Buscó, al parecer, establecer algunos equilibrios, que más bien han dejado un Frankenstein.

No hay dirección

Nombró un premier que venía del ala dura del partido que lo llevó al poder, creando la primera crisis ministerial con ministros que defendieron el programa de los 100 días. Una lógica de cuoteo, incorporando al gobierno a JP-Nuevo Perú y FA que lo apoyaron en la segunda vuelta, que coexistía con una presencia inicial de Perú Libre y los aliados magisteriales. Pero, las decisiones las tomaba con su entorno más cercano del ”núcleo chotano” de paisanos y familiares, donde el elemento político-ideológico-programático parece ser muy permeable(si alguno hubiera), con vínculos o representación de la informalidad, y sin ninguna capacidad estratégica para entender los problemas del Perú y el mundo; mucho menos con capacidad para resolverlos.

La mezcolanza de ministros (muchos sin experiencia en sus puestos y sin biografía política o técnica para asumir tamaña responsabilidad), la mediocridad de varios funcionarios de alto nivel y las “perlas” de varios de ellos; fueron muestra temprana de sus limitaciones. Falta de transparencia, conflictos de interés, indicios de corrupción, han ido apareciendo sucesivamente.

Desperdició los momentos iniciales del gobierno, que por las circunstancias de polarización en que llegó, estaba anunciado que no tendría período de gracia. Marchas y contramarchas producto de cubileteos y presiones, han llevado a crisis sucesivas, sin rumbo, sin dirección; sujeto a la buena voluntad y capacidad de algunos ministros y la medianía y agenda propia de otros.

Si nombraba a alguien del partido con una equivocada señal de confrontación, debió jugarse con ellos, apelar a la movilización social, y con la alianza de fuerzas de izquierda que lo comparten, impulsar la asamblea constituyente intentando aplicar desde el vamos, las consignas agitadas en la campaña. Eso suponía conformar un gabinete de choque. Pero, al parecer, no había cuadros para ese escenario, que consideramos además hubiera sido inviable dada la correlación de fuerzas y la fragilidad de los actores que debían eventualmente liderar el proceso.

Sin fuerza propia suficiente en el Congreso (inestable alianza partido-fracción magisterial), que perdió mesa directiva, comisiones y los puntos de agenda que quiso implementar del saque. Con un movimiento social débil desarticulado, con partidos que no tienen relación orgánica con este, sin una vanguardia clara, ni dirección. Algunos con una lectura incorrecta, asumían que la población respaldaba el programa máximo y había vanguardia y organización suficientes, en el plano legal y en las calles, para imponer la propuesta. Todavía están planteando retomar ese escenario, con una política del “palo y zanahoria” para salvar al jefe de estado de la vacancia.

El país estaba partido en dos, polarizado, fragmentado desde la campaña electoral. El nombramiento del primer premier como un guiño al partido, fue uno de los graves errores en ese contexto. Lo convirtió en blanco que permitió galvanizar a la oposición no solo de derecha o centro derecha, sino a las posiciones más radicales que han liderado la protesta. Quemando una oportunidad, recibiendo ataques por medidas que no se tomarían, pero que el símbolo del nombramiento permitía, desgastando al conjunto del gabinete y gobierno. Error tras error, ministro tras ministro, por falta de dirección. Ataques innecesarios o respuestas incorrectas a los ataques desde el Parlamento, y de las otras fuerzas de oposición. En vez de tratar de aislar a los sectores más extremistas, les daba en la yema del gusto, llevando a fuerzas políticas con posiciones más centristas a una posición subordinada en un segundo plano.

Pudo hacer otra cosa. Jugarse por el programa de los 100 días, y ampliar una coalición de gobierno de concertación y unidad nacional, con un programa progresista, sin patear el tablero y convocando a partidos, instituciones y personalidades que impulsan un programa de cambios ordenado, que respondiera a la emergencia sanitaria y las demandas populares de reactivación, empleo, salud, educación, infraestructura básica (agua, desagüe, salubridad, conectividad). Hay mucho espacio para actuar sin cambios constitucionales y plantear las reformas específicas donde era indispensable, en el capítulo económico y otros. El diálogo propiciado por el MEF, y ministerio de salud debió tener un cierra filas del gobierno, con otro premier de partida, para que sea creíble. El enfrentamiento a la pandemia y la reactivación son la prioridad, pero eran atacados desde la propia coalición gobiernista, por ser “fondomonetaristas”. Señales contrapuestas de un gabinete heterogéneo a varios niveles, como señalamos arriba.

La interna y la oposición

La interna del gobierno ha sido feroz, acusándose de pro-senderistas unos y de “caviares”, otros. Olvidando la contradicción principal, se ha consumado la ruptura de la débil desde el inicio, coalición gobernante. Se retira Perú Libre, critica desde la izquierda al gobierno, para diferenciarse, con la esperanza quizá de un buen resultado en las elecciones regionales, la fracción magisterial buscó tempranamente constituirse en partido. Otros se quedan para dar la pelea desde dentro, para impulsar propuestas que consideran positivas para el país, con un gobierno supuestamente de izquierda, y otros que llegaron al gobierno sin haber sido elegidos, más los oportunistas de siempre, con agenda propia. Hay gente honesta y capaz en el gabinete, que está dando todo de sí para que se avance, pero el problema está en la dirección, en la cabeza.

Así se seguirá de tumbo en tumbo, más allá de sus buenas voluntades y las crisis serán cada vez mayores. Una verdadera lástima, porque el desprestigio y fracaso de este gobierno que llegó con una buena dosis de azar en la historia, desprestigia y cerrará las puertas a propuestas no de “izquierda”, sino cualquiera que suene a progresista o de centro-izquierda por muchos años.

El problema es principalmente interno, y no la oposición.

Aunque claro, ha puesto lo suyo. En vez de dar un discurso de continuidad con algunos cambios, la otra opción de la segunda vuelta, tomó las posiciones extremas y macartistas como bandera. Siguió con acusaciones de fraude, luego de que era un gobierno cómplice del terrorismo (cuando no directamente terrorista), o que nos llevaría a una Cuba o Venezuela. Todas las señales anuncios y después acciones del gobierno mostraban que no era ese el camino, pero errores como el nombramiento del primer Premier, alimentaban esa narrativa y les permitía acumular fuerzas (y bajarse algunos ministros).

De la oposición radical al gobierno, se ha pasado a la campaña por la vacancia. La incapacidad del gobierno por tender puentes y las posiciones divididas del bloque parlamentario, han permitido acumular fuerzas a los sectores políticos y empresariales más radicales y poner a la defensiva a los más “centristas”.

El problema es que la campaña ha ido escalando con movimientos y fuerzas que están en un activismo cada vez más coordinado y que operan como fuerza de choque de los partidos del Congreso de esta facción. Atentados a la libertad de expresión, movimiento, acoso a políticos o personalidades, van más allá de la oposición o incluso vacancia del gobierno, pueden ser el germen de algo más peligroso, si no se detiene la escalada. Llamados a la insurgencia o el uso de la violencia son cada vez más cotidianos y hay acciones que ya se dan en ese sentido.

Esto es lo que empieza a primar y no la batalla de ideas. Cuál es el proyecto de país de estos sectores, qué propuestas relevantes para el desarrollo del país han aprobado desde la mayoría parlamentaria, cuales son las opciones para el Perú del Bicentenario. Predomina la grita, los insultos, descalificaciones, la violencia creciente. Tampoco desde este lado, parece haber una vanguardia lúcida de continuismo de la estrategia en curso con los ajustes que tienen que hacerse por sus propios intereses. Muchos no quieren cambiar nada y mantener las cosas tal cual se dio con la liberalización extrema y el autoritarismo, pese a las clamorosas necesidades insatisfechas de amplios sectores de la población, que ha evidenciado la pandemia. Más bien, hay acciones de núcleos empresariales, en línea con experiencias de “golpe económico” que se han dado antes en otros países de la región.

Esas desigualdades y carencias, el abandono de las regiones, parece haber estado a la base del apoyo que tuvo el candidato que llegó sin soñarlo, a Palacio. Ese descontento, la protesta de sectores históricamente marginados y con problemas estructurales no resueltos. Sectores cuyas expectativas fueron alimentadas por un candidato, que ahora debe cumplir. ¿Puede hacerlo? Los errores sistemáticos mencionados lo están desgastando aceleradamente, la oposición más radical está acumulando fuerzas, polarizando al país, y pronto la población que votó por el gobierno exigirá se cumplan las promesas.

Polarización por angas y por mangas

Desde la derecha se pide vacancia, y desde la izquierda se le acusa de inconsecuencia e incapacidad. Combinado con las contradicciones internas y limitaciones del gobierno, es un cóctel explosivo.

Si la vacancia no prospera, pero no hay cambio de rumbo, el gobierno mismo seguirá generando crisis cada vez más pronunciadas. Si la vacancia prospera, habrá sectores que resistirán por diferentes medios. Se abriría la caja de pandora. Una inestabilidad política en coyuntura que se complica a nivel internacional (inflación, dificultades en la cadena de suministro, crisis energética). A lo que se suman las asimetrías de nuestra inserción internacional, las brechas por la transformación digital, las crisis derivadas del cambio climático, la desigualdad, la emergencia de opciones autoritarias y el péndulo político del vecindario.

Un escenario internacional menos amigable, pandemia no controlada, economía que no consolide recuperación, darían un marco muy complicado a una crisis extrema generada por la vacancia, con impredecibles consecuencias.

Desactivar la tendencia al enfrentamiento violento

No es inevitable. Pero supone retomar el camino que se perdió al inicio. Intentar una” huida hacia adelante” con una tardía radicalización, sería un suicidio para el país. Se trataría de conformar un gabinete de unidad nacional, con algunos de los ministros actuales, pero un o una Premier con peso político y técnico propios que ejerza el liderazgo, y que tenga visión de estado y la credibilidad suficiente para tender puentes con partidos, organizaciones sociales y de la sociedad civil, y convocar un gabinete de “todas las sangres”, calificado, con las competencias para atender los retos del Bicentenario. El país necesita gobernabilidad en su Bicentenario, no merece el caos que estamos pasando, ni mucho menos el que puede venir. Tiene la gente para hacerlo, el tema es si se procederá en consecuencia.

No reaccionar ahora, llevará a un escalamiento de la polarización por la vacancia o por mano propia del gobierno, y la violencia se puede generalizar. Actuemos para que eso no ocurra. No está en riesgo un gobierno de turno, sino la estabilidad y futuro de la República.

(1) https://alanfairlie.lamula.pe/2021/06/13/escenarios-post-elecciones/alanfairlie/


Escrito por

Alan Fairlie Reinoso

Economista y ex-Parlamentario Andino por Perú.


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